domingo, 26 de mayo de 2019

Misioneros

Todos tenemos 24 horas al día para invertir y aprovechar. Unos obtienen mejores resultados que otros porque cada uno parte de unos recursos diferentes. Pero todos pueden hacer algo durante el día.

Si dibujamos dos relojes, uno para representar el día y otro para la noche, podemos distribuir las horas en las actividades que realizamos habitualmente. Es un ejercicio que nos hace recordar la parábola de los talentos. El que recibió un talento lo guardó por no perderlo y el resultado fue nefasto. Acabó siendo condenado en el infierno. La vida nos es dada. Pero la vida no nos pertenece sino que es prestada y tenemos que usarla para lo que fue creada: para aprender a amar.

Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas; y a tu prójimos como a ti mismo. Ama a tu enemigo, o si no serás como los malvados que saben amar a los suyos sólo. Haz una distinción entre los que temen a Dios y le obedecen y los que no. Que se note que has sido sellado con el Espíritu de Dios: Ama, ama, ama, soporta; porque el Amor con mayúsculas nunca deja de ser. Hay amabilidad en el Amor, hay cordura, sensatez, brillo, bondad...El Amor te hace pensar en el bien.

Todos todas en cualquier lugar podemos llevar ese Gran Amor de Dios cuando hacemos bien las cosas, cuando amamos, servimos y lo hacemos con alegría: en el colegio, en el parque, en casa, en cualquier lugar. Somos piedras vivas que están siendo puestas en un edificio enorme que es la Iglesia y que es el sitio donde Dios quiere habitar. Si vas a ser parte de la Iglesia es porque estás atento/a a lo que Dios enseña: Le harás caso cuando te pide que le abras la puerta de tu corazón porque Él sólo quiere hacer bien. Y aunque sufras y tengas que tomar tu cruz, esa es la mejor decisión que podrás tomar en la vida.

Pablo se topó con Jesucristo resucitado y eso le cambió la vida. Lee Gálatas y verás cómo inició su vida secreta con Dios y con qué personas empezó a hablar y con qué seguridad advertía de conductas equivocadas a otros, buscando lo mejor para el Reino de Dios, porque se había convertido en un edificador de la Iglesia.

¡Bendiciones!

sábado, 25 de mayo de 2019

Querer cumplir la ley nos lleva a Cristo

Cuando te das cuenta de lo difícil que resulta seguir al pie de la letra la ley de Dios, sólo te queda reconocer que eres un ser imperfecto o incompleto.
Algunas personas prefieren salir corriendo de la presencia de Dios pero eso no es posible. Todos vamos a estar delante de Él para ser juzgados. La verdad es que Él nos creó y a Él le tendremos que rendir cuentas.
Me pregunto si has pensado ya por qué siempre queremos más cosas, ideas, relaciones, descanso, sin llegar a estar satisfechos plenamente. La respuesta a esta pregunta la encontré en ese vacío interior que sólo Dios puede llenar. Es un espacio especial que sólo se llena espiritualmente. Somos hechos a su imagen y semejanza, trinos: Somos uno pero con espíritu-alma-cuerpo. Si nos quitaran una de estas partes no seríamos un ser humano. Por eso, un día resucitaremos, tal y como Cristo resucitó, tendremos un cuerpo.
¿Dónde pasarás tu eternidad? Lo decides tú, con tu libertad. O te entregas al conocimiento de la Verdad, o al conocimiento de tu propio pensamiento.
Tal y como sucedió al principio de la humanidad, sigue aconteciendo ahora: Una idea viene, de ti, de algún espíritu, bueno o malo, y entonces tú crees algo. Con tu razonamiento alcanzas una posición y la defiendes.
Hay un ser humano que vino a esta tierra, Jesús de Nazaret, que dijo: Yo Soy: El Camino y la Verdad y la Vida; y nadie llega al Padre sino a través de mí. Este grandioso personaje además de hombre es el Hijo De Dios. Demostró con sus hechos que era exactamente quien decía ser. Argumentó que el que le veía a él también veía al Padre. A pesar de dar muchas muestras a sus discípulos acerca de su identidad, él no quería que todos lo supieran. ¿Por qué? Porque tenía una misión más. No sólo contó la Verdad, no sólo trazó la manera en que tenemos que vivir y hacia dónde tenemos que dirigirnos; él vino a morir.
Fue castigado y llevado hasta la muerte porque él llevó hasta el final el cumplimiento de lo que él mismo había establecido. Las profecías se tenían que cumplir.
El Cordero de Dios fue sacrificado por nosotros, por la humanidad entera. Todo ser humano tiene acceso directo al Padre gracias a su muerte en la cruz. Pero Dios no obliga a nadie a estar con él. Te invita.
Lo mejor está preparado para los que le obedecen. Obedecer al Padre sólo es posible si tienes la ayuda de su mismo Espíritu. El Espíritu de Dios está dispuesto  acompañarte en este Camino si le invitas a hacerlo.
No puedes creer si él no te abre los ojos. La ley de Dios que todos buscan cumplir sin saberlo: Los Derechos Humanos, la Paz, no se pueden vivir sin la ayuda de Dios. El verdadero Amor no puede dejar al Creador al margen de la humanidad que Él diseñó.

Os dejo esta porción de la Palabra de Dios:

Antes de llegar a la fe éramos prisioneros de la ley,
esperando encarcelados que se revelara la fe.
Así fue como la ley nos condujo hasta Cristo
para que recibiéramos la salvación por medio de la fe.         Gálatas 3. 23-24