El texto de Walker muestra los diferentes conceptos que la iglesia ha tenido
acerca de Jesucristo a lo largo de la historia:
El en primer párrafo nos muestra la idea de Cristo como el
Mesías. Éste era el Siervo sufriente del que nos habla Isaías. Cristo murió
porque así estaba profetizado de él. Se había marchado por un período de
tiempo. Había sido exaltado, en su resurrección había sido glorificado. Ahora
está a la diestra de Dios, exaltado.
Este concepto no establece qué relación hay entre Cristo y Dios Padre;
tampoco se advierte la preexistencia de Cristo.
2ª etapa de la historia: Aparece el testimonio de quienes vivieron
con Cristo y quienes experimentaron su ausencia en cuerpo, pero su realidad
espiritual a través del Espíritu Santo enviado. Se puede apreciar cómo Cristo
se manifiesta en distintos lugares a distintos siervos, de lo cual deducimos
que es omnipresente y omnisciente. Todos sus siervos lo pueden llamar
dondequiera que se encuentren: Esto es una característica divina. Surge la
cuestión de la relación de Cristo con el Padre.
3ª Etapa: Pablo une teología hebrea con teología estoica. La
Sabiduría presente con Dios desde antes de la fundación del mundo se equipara a
la Inteligencia Universal, el Logos, omnipresente y operativo. Así al igualar
el Logos a la Sabiduría, naturalmente el Logos ha de ser preexistente, y habrá
estado siempre con Dios. Identifica a Cristo con la Sabiduría. Entonces si Cristo es la Sabiduría de Dios y ha estado
presente siempre con Dios, es natural que en Cristo habite la plenitud de la
Deidad corporalmente. Cristo es la manifestación plena del amor de Dios. Aunque
Cristo sea hombre, es Dios.
Para Pablo la vida terrenal de Cristo es una vida de continua
humillación. Su humildad recibió la recompensa de su exaltación. Dios estaba en
Cristo reconciliando consigo al mundo. En la resurrección fue declarado Hijo de
Dios con potencia. Cristo, la Sabiduría divina preexistente, es el agente de la
creación y el poder redentor que por amor al hombre descendió del cielo, murió
y resucitó.
4ª Etapa: Media generación después de la muerte de Pablo: Marcos
presenta al Hijo de Dios por adopción desde su bautismo. A partir de ese
momento Jesús fue el Hijo de Dios. Hubo humillación pero también hubo gloria en
su vida terrenal: La voz del cielo lo declaró Hijo de Dios en su bautismo, los
demonios declaraban que era el Santo de Dios, el Hijo del Dios Altísimo, en la
transfiguración Dios habló diciendo que Cristo era su Hijo amado. Si no lo
conocían todos como el Hijo de Dios era porque Cristo mismo les prohibía a los
espíritus y a los discípulos que no lo dieran a conocer.
Mateo y Lucas, al igual que Marcos no tenían conceptos filosóficos
acerca de la preexistencia de Cristo. Mateo y Lucas, sin embargo creían
que Jesús era Hijo de Dios desde el comienzo de su existencia terrenal: Un
nacimiento sobrenatural, y una vida que no sólo es de humillación.
Entre el año 95 y 110 aparece el evangelio de Juan. Enseña la
preexistencia de Cristo y su actividad creadora, su encarnación y su
manifestación gloriosa en esa vida terrenal, pues se considera a Cristo igual a
Dios. Es consciente de su misión divina, muere sabiendo que está cumpliendo con
una obra predeterminada. Una cristología altamente satisfactoria para la época,
el siglo II. Contribuyó a formar la ortodoxia de la Iglesia.
5º Los ebionitas. Algunas oscuras reliquias del cristianismo
judaico interpretaban ingenuamente que Jesús era hijo de José y María y que
cumplió tan perfectamente la Ley judaica que Dios lo escogió para ser el
Mesías. Entonces mejoró y amplió la ley. Habría de volver para fundar un reino
mesiánico para los judíos. Otra idea desacertada es la del sentido
adopcionista: toda carne que sea hallada inmaculada y pura, en la cual habite
el Espíritu Santo, recibirá una recompensa; Cristo sería solo el precursor de
esta experiencia.
6º Cristo es la Vida: El que tiene al Hijo, tiene la Vida; el que
no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida. Esta vida se basa en la unión con
Cristo. Para Pablo la comunión del cuerpo y la sangre de Cristo es un
memorial de Cristo a través del cual “la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga”. Para Juan,
“Si no coméis la carne del Hijo del Hombre y bebéis su sangre, no tendréis vida
en vosotros”. Ignacio también sostiene que la unión con Cristo es
necesaria para la verdadera vida y que esa vida es administrada por medio de la
cena del Señor. Dice Ignacio que la encarnación de Cristo fue la manifestación
de Dios para la revelación de una nueva humanidad, que antes de Cristo el mundo
estaba sujeto al diablo y la muerte y que Cristo trajo la vida y la
inmortalidad.
En definitiva, el concepto de salvación:
Para la iglesia de habla griega, la salvación es la vida, en el
sentido de la transformación de la mortalidad pecaminosa en bienaventurada
inmortalidad. Se coloca el énfasis en la persona de Cristo y su encarnación.
Para la iglesia latina, la salvación consiste en el
establecimiento de relaciones correctas con Dios y el perdón de los pecados,
colocando importancia primordial sobre la gracia divina, la muerte de Cristo y
la expiación.
Valoración personal:
El concepto que tengamos de Cristo va a influir decisivamente en
nuestra vida como cristianos. Vemos que la primera concepción se basa en una
necesidad que parte de las circunstancias vividas. La necesidad de un Salvador,
el Mesías, deja al cristiano en una actitud de pasividad, que le deja a la
expectativa de lo que Él hará por la necesidad presente.
Más adelante, vemos una relación personal con Cristo en todo tipo de
circunstancias. Es un concepto más amplio que invita a la comunicación. El
Señor que ha venido, ha enseñado cómo es su Reino venidero y cuáles son sus
demandas. Entonces la relación invita a obedecer esas instrucciones para
prepararse y para no caer en la negligencia que lleva a perder la vida. Además,
Cristo envía a sus discípulos con una misión concreta, la de llevar su mensaje
y anunciar su regreso como juez. Jesús promete su presencia para esta misión
que encomienda a los suyos. Es un concepto mucho más amplio que invita a
colaborar con Dios.
Con el transcurso de la historia, se va profundizando hasta llegar a
saber que Cristo es Dios mismo. Ahora la relación con él no es sólo de colaboración,
conlleva la adoración y la entrega de la vida propia a una relación más
profunda. El hecho de participar de la carne y la sangre de Cristo va a
implicar más sacrificio por parte del cristiano porque va a intentar imitar a
su Maestro. Las implicaciones de esta realidad hacia el resto de los seres
humanos que le rodean se dejan ver en la oración y en el dar la vida por ellos.
Aunque vemos como surgen dos formas diferentes de interpretar el
concepto, en oriente y occidente, la verdad es que el concepto siempre va a
transformarse y a hacerse más profundo cada vez. Así como la luz de la aurora,
que siempre va en aumento.
En cuanto a la idea de la influencia de la filosofía en el concepto de
Dios, me gusta pensar que esas ideas filosóficas que se acercan bastante a la
verdad, proceden en realidad de la misma verdad de Dios que llegó a su
pensamiento a través de la historia. Hay ciertas verdades, sucesos, que no se
olvidan y pasan de generación a generación y marcan el pensamiento.
Circunstancias como el diluvio o la estancia en el huerto del Edén… tan reales,
dejan huella: La idea de Dios, la Sabiduría, la Razón, el Bien… no son
simplemente ideas originales, parten de una historia común a todo ser humano.
Con razón pueden encajar en la idea que Dios va revelando hasta llegar a lo que
Él desea mostrar.